CONOCIENDOME A MI MISMO... Y A LOS DEMÁS.

El egocentrismo -que se origina en nuestra mas tierna infancia- condiciona nuestro pensamiento, nuestra actitud y nuestra conducta, formando lentamente nuestra personalidad. Asi, la falta de autoestima obliga a muchas personas a compensarse emocionalmente, mostrandose orgullosas y soberbias.
Al negar sus propias necesidades y perseguir las de los demas, son las últimas en pedir ayuda y las primeras en ofrecerla.
Aunque no suelan escucharse a si mismas, se ven legitimadas para atosigar y dar consejos sin que se los pidan. De ahi que suelan crear rechazo y se vean acorraladas por su mayor enemigo: la soledad.
En otros casos, esta carencia fuerza a algunas personas a proyectar una imagen de triunfo en todo momento, incluso cuando se sienten derrotadas. Cegadas por el afan de deslumbrar para ser reconocidas y admiradas, se vuelven adictas al trabajo, relegando su vida emocional a un segundo plano. La vanidad las condena a esconderse bajo una mascara de lujo y a refugiarse en una jaula de oro. Pero tras estas falsas apariencias padecen un profundo sentimiento de vacio y fracaso.

Anatomía de la autoestima. EPS nº 1694